#SomosPLECA | Cecilia Ávalos | Correctora de una pieza

No sabemos con certeza a dónde nos llevará cada persona que conocemos, cada cosa que hacemos. Sin embargo, tanto en la vida como en la corrección de textos, hasta el más “insignificante” detalle hará la diferencia.   

 

Contanos un poco sobre vos. ¿Quién es Cecilia Ávalos?

Soy una persona que viene de una familia de docentes y de gente lectora por varias generaciones. Para mí la palabra escrita fue algo asombroso desde mucho antes de estar alfabetizada; era mágico que hubiera ideas «encerradas» en una página. De niña me encantaban la ciencia ficción, las aventuras y la fantasía: Bradbury, Kipling, Le Guin… Leí Tolkien cuando era niña y me fanaticé con El señor de los anillos. Naturalmente, la expresión escrita me resultaba más sencilla que la oral. Pensando en escribir, estudié Comunicación Social (que no es «periodismo»). También estudié música y cerámica, soy bilingüe en inglés… soy muchas cosas que se integran en la corrección. Hoy pienso que mi formación profesional empezó allá cuando aprendí a leer, porque a fin de cuentas corrijo con todo lo que soy, con todo mi recorrido de diversos estudios formales e informales, intereses, actividades y lecturas. Por eso soy una unidad en mi diversidad.   

 

¿Cuántos años de experiencia tenés?

Desde el día en que me dije «quiero dedicarme al trabajo con textos como correctora» han pasado algo más de diez años. Ahí es cuando surgió Clínica Textual. Antes de eso ya venía trabajando con el lenguaje desde hacía una década: como redactora en una página web; como profesora de español para extranjeros; como editora de textos para hacer guion de montaje para televisión, que es básicamente construir un relato con un «mosaico» de textos; como contenidista de módulos educativos; como docente de Lengua y Literatura en escuelas de jóvenes y adultos (todavía enseño, desde el año 2005); entre otras experiencias que me dieron una base para la corrección y la edición de textos. 

“El agradecimiento del autor va a venir por sí solo y de muchas formas, como una consecuencia natural de un trabajo profesional”.

¿Cómo llegaste a este campo profesional?

Hoy puedo afirmar que llegué porque esta es mi vocación, pero mi primer contacto con la corrección de textos fue por casualidad. En 2010, una revista cordobesa que recién había comenzado necesitaba una correctora. La revista era un desprendimiento de una institución con la que yo estaba vinculada. Ese año empecé corrigiendo para la revista y todavía soy parte de su equipo editorial. En 2012 la institución empezó a solicitarme correcciones para trabajos académicos. Por ese tiempo, algo fundamental fue haberme hecho un perfil en LinkedIn, donde había un grupo que se llamaba Correctores por sus Derechos. Yo no lo sabía, pero Valeria Colella, que es de la primera hora de PLECA, había iniciado ese grupo. Por esa vía, en 2015 me enteré de que UNICEF buscaba correctores de estilo para su roster de América Latina y el Caribe. Dos requisitos eran la experiencia en corrección y el haber trabajado con derechos de la infancia. Yo había hecho guion de montaje en 2009, en un programa de televisión que era precisamente sobre los derechos de niñas, niños y adolescentes. Presenté el CV y otra documentación, y a los ocho meses recibí un email: entre más de 900 aspirantes yo era parte del grupo de seleccionados, y podía rendir el examen de corrección. Lo hice, y me aceptaron en el roster. Siempre bromeo con que “me recibí» de correctora con ese examen, porque fue una confirmación de la calidad de mi trabajo. Creo que ese mismo año conocí personalmente a Valeria en una charla que dio sobre corrección en la Feria del Libro de Córdoba, y gracias a ella supe de PLECA en 2016, cuando se armó la asociación. Ni bien me enteré de que existía, ese mismo año me incorporé. Para mí es muy importante saberme parte de un colectivo. Actualmente, en 2021, formo parte de su Comisión Directiva. Así, paso a paso, llegué a formar parte de este campo profesional. 

 

¿Qué le dirías a una persona que quiere dedicarse a la corrección?

Que sea inquieta, que no deje pasar una charla, un curso, una capacitación; porque ahí están sus colegas, ahí está lo que puede llevarla a trabajos, a oportunidades. Que para empezar a formarse tenga en cuenta el campo de la corrección de traducciones (una ocupación donde se aprende mucho). Le diría que nunca subestime a un cliente; puede ofrecerle un trabajo chiquito, pero a la vez ser la puerta a otros más grandes. ¡La recomendación lo es todo! Le diría que un profesional se hace en el día a día. Que confíe en el proceso, que en la marcha construya su lugar. Que cuide su nombre y que trabaje a conciencia, con integridad; que sea de una pieza. Que siempre piense en el lector y que cuide al texto. Que el agradecimiento del autor va a venir por sí solo y de muchas formas, como una consecuencia natural de un trabajo profesional. 

 

¿Querés agregar algo que no te hayamos preguntado?

Sí. Que la Comunicación Social, que ha sido mi estudio de grado, me sirve mucho a la hora de corregir. No por su base de normativa en lengua castellana, sino por su base de ciencias sociales. Y esto porque corregir no solo es poner tildes, mejorar el estilo o revisar la gramática. Hay que conocer sobre autores y disciplinas. Digamos que… muchísimas veces se detectan errores porque se sabe del tema y, a la inversa, por no saber del tema se corre el riesgo de saltarse un error. La clave, entonces, es conocer lo más posible sobre lo que se está corrigiendo y, si es necesario, investigar. No se puede trabajar de corrector sin curiosidad y sin cierto grado de obsesión. Y no solo aplica para lo académico. A modo de ejemplo, una vez estaba corrigiendo una nota periodística que mencionaba a Sauron, el personaje de El señor de los anillos. La nota decía, así al pasar, que él era un «dios». ¡Para qué! Ahí nomás corregí. (Ciertamente, él no es una divinidad). Como esa anécdota, un montón. Uno también va desarrollando una sensibilidad, un “olfato” para ese tipo de errores. Y es que corrigiendo se aprende muchísimo, uno absorbe información sobre temas muy diversos y a veces vinculados. Hoy estoy segura de que se puede llegar a la corrección desde caminos muy diferentes; mientras más ricos, mejor.  

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