Por Pilar Flaster*
Luego del éxito del primer #EncuentroPLECA para que los socios y las socias de la institución nos podamos conocer virtualmente, el 19 de junio, se realizó el segundo #EncuentroPLECA, en este caso, con una temática puntal y con una oradora principal: «Estándar lingüístico, fuego y otras cosas peligrosas: ¿desde qué lengua corregir?», a cargo de la Dra. María López García, lingüista especializada en procesos de lectura y escritura, y en políticas lingüísticas. Asistieron 70 personas, entre socios, invitados de otras asociaciones y público en general.
Resultó una experiencia muy satisfactoria tanto por el interés que despertó en los participantes como por el debate que se dio a partir de los temas e interrogantes planteados por la disertante. Uno de los aspectos más enriquecedores fue, quizá, la oportunidad de escuchar voces provenientes de diversas latitudes.
Les dejamos un breve resumen de los principales aspectos abordados por la Dra. María López García.
La exposición estuvo atravesada por un tema central: la construcción de la identidad lingüística, y fue organizada en torno a cuatro situaciones problemáticas.
Primer problema: El peligro del binomio correcto/incorrecto
¿Cuál es el estándar lingüístico al que debemos ceñirnos? ¿Qué pasa con las variaciones lingüísticas? Los hispanoparlantes nos enfrentamos a diario con esta disquisición. Al ser una comunidad compuesta por distintas variedades, ¿respetamos a rajatabla el estándar lingüístico propuesto por la RAE o incorporamos y hacemos valer otras variedades?
Segundo problema: Las instituciones que se constituyen en referentes de la norma
Cuando tenemos que definir cuál es el estándar y qué norma debe respetarse, nuestros referentes son las academias, la universidad, los institutos de investigación, los diccionarios, y demás. En América Latina, nos referenciamos con la norma que proviene de España. Allí, se fija lo aceptable y el error, sin considerar las variaciones lingüísticas que corresponden a esta zona.
¿Qué pasa con nuestras instituciones? ¿Consideramos que las instituciones americanas pueden fijar qué es lo correcto o lo incorrecto? En general, están asociadas a la RAE y no son reconocidas ni están visibilizadas para respaldar la inclusión de las variables. Nuestra posición es dubitativa y de poco reconocimiento local.
Tercer problema: La norma que debemos aplicar
Hasta ahora, hay un solo estándar, y ese es el que debemos seguir o el que consideramos que debemos seguir. Es el que determina que el estándar –la norma– están del lado positivo; y la variedad –la diversidad–, del lado negativo. ¿Tiene sentido pensar eso en una lengua pluricéntrica con 500 millones hablantes? La norma se codifica pensando el estándar como una selección dentro de ciertas posibilidades. Entonces, ¿quién codifica la norma?
En nuestro país, no nos referenciamos en la Academia Argentina de Letras, la Universidad o el CONICET, sino en la RAE. La norma se busca en el Diccionario de la lengua española o DLE, que tiene el aval de todas las academias, pero que está dirigido por la RAE. No está mal buscar la norma allí –es lo que siempre está “a mano”–, pero ¿cuál es el problema? El DLE no referencia la forma en que nosotros hablamos.
Los latinoamericanos nos sentimos inseguros, “desviados” respecto de la norma patrón que viene de España. Los estándares americanos no tienen referencias en los instrumentos de codificación. Hay que entender que las variedades americanas son sistemas lingüísticos, no son “particularidades” o “desviaciones”.
Cuarto problema: Los diccionarios
España controla la norma lingüística. A pesar del intento de incorporar a la comunidad hispanoparlante, el Diccionario panhispánico de dudas se hace en Madrid y allí se decide qué palabras tienen representatividad, qué acepciones son las válidas, en qué orden aparecen en las entradas, entre otros aspectos.
Los americanos estamos acostumbrados y aceptamos que los diccionarios no nos representen y no tenemos una visión crítica de ellos. Seguimos en deuda con nuestros instrumentos de codificación.
Planteos a futuro
- Reflexionar y discutir sobre el estándar lingüístico y las variaciones lingüísticas.
- Empezar a construir soberanía lingüística: incomodarse frente al estándar, discutir con los instrumentos de consulta, construir materiales propios, etc.
- Abandonar la lógica de un diccionario fijo y la lógica de lo correcto e incorrecto.
En los cuatro casos, la disertante planteó los problemas a modo de disparadores, lo que abrió la discusión con una nutrida interacción de los asistentes, que se cortó no a falta de intervenciones, sino por la falta del tiempo para tratarlas.
Les agradecemos a los socios de PLECA, a los miembros de RedACTE y a los demás asistentes que participaron del Encuentro, y muy especialmente a la oradora, María López García, por su excelente presentación.
*Profesora en Letras, correctora y miembro de la CD de PLECA.