Esa maldita “e”

Por Leonora Madalena*

Es natural que las nuevas generaciones quieran romper los moldes; lo preocupante sería que no lo quisieran. La nueva propuesta de un sector —agregar una terminación en “e” para evitar el masculino genérico— llegó para agitar el avispero y muchas personas la rechazan y la consideran un disparate. Así ha ocurrido a lo largo de la historia, siempre ha costado aceptar y adoptar los cambios propuestos por las nuevas generaciones. Ahora bien, ¿si no se adopta la novedad, la única alternativa es seguir usando un lenguaje sexista?

Así empieza el artículo “Parar un tsunami con el diccionario”, que escribí junto con mi colega traductora y compatriota uruguaya Beatriz Sosa Martínez y que fue publicado en el último número (marzo de 2020) de puntoycoma, Boletín de los Traductores Españoles de las Instituciones de la Unión Europea.

Volviendo a la pregunta “¿si no usamos la “e”, tenemos que usar el masculino genérico?”, nuestra respuesta es un NO rotundo: estamos convencidas de que hay muchas estrategias para expresarse de manera inclusiva y no discriminatoria. Para quien tenga interés en ver algunas de las estrategias que proponemos, que no son las únicas ni son excluyentes, se puede consultar el boletín completo aquí.

Mi opinión es que el lenguaje inclusivo vino para quedarse y nos obliga a quienes traducimos y corregimos (y en mayor o menor medida también a cada hispanohablante) a plantearnos muchas cuestiones cotidianamente.

De hecho, en este mismo blog las colegas correctoras Erika Cosenza y Myriam Zawoznik ya han escrito sobre este tema.

Para seguir reflexionando y abriendo un sano debate, comparto aquí algunas impresiones personales que me dejó haber asistido a algunas instancias formativas online o presenciales sobre este tema en los últimos tiempos.

En mayo de 2020, el Departamento de Apoyo Operativo de la ONU, en colaboración con la Misión Permanente de Argentina y la de España, organizó un webinar sobre “Español inclusivo en cuanto al género” que está disponible en YouTube.

Aunque el webinar es un poco largo (una hora y media), considero que es un aporte interesante para el debate. Para quien no tenga ganas de verlo completo, a continuación ofrezco una síntesis personal.

La Argentina estuvo representada por Anna Mallimaci, Directora de Comunicación y Prensa del recién creado Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad. Destaco algunos conceptos sobre los que habla en el video: cuestionar privilegios, el “enunciador legítimo” (citando a Angenot), cuestionar androcentrismo, anglocentrismo y eurocentrismo, evitar prácticas discriminatorias, cuestionar binarismo, quebrar el pensamiento hegemónico dominante, observar los procesos de construcción de sentido y de poder. Como se puede apreciar, se trató de un discurso abiertamente político, que parte de la idea de que la lengua nunca es neutra.

La conductora del webinar, la española Sonia Torres Rubio, presentó el tema desde la perspectiva de la ONU y dio algunos ejemplos concretos para ilustrar cómo se aplican en ese ámbito las orientaciones, que han publicado en su sitio institucional.

Como no podía ser de otra manera, el Lenguas Vivas J. R. Fernández también se viene ocupando del tema. En octubre de 2019 asistí a una charla cuyo título era “El lenguaje inclusivo en la traducción”. Varias de las ponentes pertenecían a esa casa de estudios y otras profesionales provenían de la UBA y del Conicet.

Destaco algunas de las ideas que se manejaron en la charla. Marina Cardelli habló, entre otras cosas, de los “duales aparentes”: “vocablos ocupados” ( palabras que no tienen equivalente en el otro género porque tienen significado total o parcialmente distinto, como zorro-zorra, perro-perra, golfo-golfa, puto-puta, hombrezuelo-mujerzuela) y “vacíos léxicos” (palabras que no tienen un significado equivalente en el otro género, por ejemplo adjetivos para virtudes de varones que no existen para mujeres, como caballeroso o hidalgo, o expresiones como primera dama o ama de casa). La conclusión fue que se trata de prácticas lingüísticas que nos construyen, que construyen nuestra personalidad y nuestros sentimientos, que no nos determinan, pero sí nos condicionan.

Gabriela Villalba se refirió a la “ideología de la invisibilidad” de traductoras y traductores, es decir, a su ausencia en las tapas de los libros o en las reseñas. Se trata de una práctica todavía común, que en algunos casos se ha ido revirtiendo muuuy lentamente, gracias a décadas de luchas de las asociaciones de profesionales de la traducción. Estas operaciones de invisibilización determinan un grave perjuicio económico para quien traduce y un grave daño para la imagen de la profesión.

Algo parecido sucede en el campo de la corrección, y las asociaciones de la categoría también luchan por una mayor visibilidad porque, al igual que ocurre con la invisibilización que provoca el masculino genérico, lo que no se nombra no existe… y por lo tanto no se le asigna el valor económico que debería tener.

Unos meses antes, en las jornadas profesionales organizadas por la AATI en la Feria del Libro de Buenos Aires de 2019, había escuchado con mucho interés las ideas de Santiago Kalinowski, miembro de la Academia Argentina de la Lengua, acerca de la necesidad de abordar el fenómeno del lenguaje inclusivo desde una perspectiva política, pragmática y retórica, y no morfológica. Poco después, en la Feria de Editores 2019 hubo un debate muy jugoso al respecto entre Beatriz Sarlo y Santiago Kalinowski, también disponible en YouTube bajo el título La lengua en disputa.

En este recorrido pretendí compartir algunas puntas para seguir pensando acerca de un tema que está lejos de estar agotado y nos exige una actualización y una atención permanentes. Es que la lengua es dinámica, se mueve, cambia, se adapta y nosotres (ejem) también. Además, como decíamos en el artículo que cité al principio de esta nota, no se puede parar un tsunami con un diccionario, por más que se maldiga a la pobre letra “e”.

 

 

* Leonora Madalena es correctora egresada del Instituto Eduardo Mallea, traductora de inglés y de italiano egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República del Uruguay y del Instituto en Lenguas Vivas J. R. Fernández y docente en la Universidad de Bolonia.

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