Por Aki Obarrio*
La frase del título no es de mi autoría, de más está decirlo. Pero ¿para qué andar inventando nuevas fórmulas si la idea ya fue expresada con gracia?
No es soberbia: es amor lo que siento cada vez que, frente a la computadora, empiezo a corregir un texto.
A simple vista, la corrección es una tarea bastante antipática, desde el momento en que una le está marcando los errores a la otra persona, lo cual puede incomodarla o herirla en su ego, en los casos más extremos. Pero que quede claro: no lo hacemos por soberbia, sino por amor.
Amor a las palabras.
Amor a nuestra lengua.
Amor a la música que suena cuando unas cuantas letras se unen.
Amor a la persona que redactó el texto, por más que no la conozcamos, porque queremos que brille.
Amor a nosotros mismos, que estamos tratando de dejar pequeñas huellas de belleza en nuestra labor.
No es soberbia.
* Soy Aki Obarrio y dejé colgado momentáneamente el traje de abogada para dedicarme a escribir y a corregir textos, a la vez que estudio el Traductorado de inglés.