El destino de palabrera de Laura Pérgola parece haber estar signado por esa enorme biblioteca de la casa en la que nació. Tanto es su amor por la corrección y la edición, que fue una de las primeras veinticinco personas en graduarse de la (entonces flamante) Tecnicatura en Edición.
Contanos un poco sobre vos. ¿Quién es Laura Pérgola?
Nací rodeada de libros, ya que en mi casa la biblioteca tenía alrededor de 12 000 ejemplares. Desde muy chica dije que quería ser escritora y de hecho lo primero que hice fue ponerme un seudónimo, que finalmente nunca usé. A los 10 años ya tenía conmigo el programa de la carrera de Letras que mi hermana pidió en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Como mi papá escribía mucho, especialmente sobre medicina, él me enseñó los primeros secretos de la corrección y fue quien me trajo el recorte del diario cuando se abrió la carrera de Edición, que se llamaba Técnico en Edición. Me anoté y soy una de las primeras 25 en haber recibido ese título. Mi primer trabajo formal lo obtuve en la bolsa de trabajo de la Facultad y eso fue generando nuevas oportunidades. Trabajé y trabajo tanto como editora como correctora, en el año 2000 cree mi sello El Guion Ediciones (@elguionediciones). También escribo porque es mi pasión.
¿Cuántas horas por día trabajás?
Trabajo entre 8 y 10 horas por día, aunque creo que es un trabajo difícil de cortar. ¡Muchas veces estoy los fines de semana corrigiendo!
¿Cuál es tu cita favorita sobre la corrección o la lengua en general?
“El último corrector es el lector”, de Ricardo Piglia. Creo que la perfección en un texto es casi imposible, muchas veces leemos y releemos y estamos tan inmersos en el texto que podemos no llegar a ver algún error. ¡Podría contar muchas anécdotas al respecto!
¿Se puede vivir de la corrección?
No es sencillo vivir de la corrección, en especial, para quienes trabajamos de forma independiente. Tampoco es imposible, hay momentos en los que hay mayor demanda. Considero que todavía no se le da a nuestro trabajo el valor que realmente tiene. Muchas personas consideran que porque son grandes lectores o porque escriben “sin faltas de ortografía” pueden corregir. La corrección es una profesión y debemos considerarnos profesionales de la lengua.
¿Qué herramientas o recursos no te pueden faltar?
Tener una buena computadora con una pantalla más grande que las comunes, que me permita trabajar sin esforzar mucho la vista, buena iluminación y una silla cómoda. Antes tenía lápices o biromes de colores, diccionarios y manuales a mano. Algunos libros en papel aún consulto, pero también siempre tengo abiertos diccionarios o páginas que me puedan ayudar a resolver algunas dudas.